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Mostrando entradas de mayo, 2017

El fetiche de una bragas olorosas

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¿Sabéis lo que es un fetiche? Podéis investigar lo que queráis, pero si no tienes un fetiche muy difícilmente podrás entender su magia, su hechizo, la secreta fascinación que nos produce, el incesante estímulo que representa, la agonizante sumisión que nos supone y el obsesivo placer que nos promete. No sé por qué pero yo soy una mujer con muchos fetiches y esto es algo que me hace diferente a la mayoría; así que no sé si es una suerte o es una condena. Supongo que tendréis que juzgar vosotros. Quienes conocen el clima de Sevilla saben que la primavera es una estación que apenas se siente. Es como una epifanía climática. No hemos terminado de salir de mayo cuando ya la temperatura remonta los 35 grados centígrados y, aunque calor comienza a sofocar lo cotidiano, con su arribo llega también un ánimo lujurioso, una disposición especial a la pasión y al erotismo. En esas estaba yo el viernes pasado, sofocada y sudorosa, soportando apenas el sopor de la tarde en mi cubículo de l

Mi esposo no imaginó el fin de semana que había tenido

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Bueno, ¿qué otra cosa podía hacer yo? ¿Cómo podía negarme? No había terminado siquiera de llegar a casa cuando mi esposo se me abalanzó apasionadamente con ganas de follarme. ¿Cómo rechazarlo si teníamos varios días sin vernos? Por más exhausta y adolorida que estaba no pude evitarlo; así que allí estaba yo, mi esposo me tenía en cuatro sobro el mueble de la sala y no habían pasado cinco minutos de mi llegada cuando ya me estaba metiendo la polla por el culo.   Mis gemidos eran como los habituales, pero en mi interior era consciente que gemía porque me estaba doliendo más de lo habitual. Es que no era solo dolor, era que me ardía por lo sensible que tenía el recto. Definitivamente había abusado el fin de semana anterior y mi único consuelo era que mientras el vigoroso miembro de mi esposo iba mancillando mi dilatado esfínter, estaba siendo secretamente lubricado por todo el semen que mi amante había vertido en mí apenas un par de horas antes. Con todo y que me dolía, con c

La mejor manera de terminar la noche

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Desde pequeña siempre he sido una niñita pervertida. Desde que descubrí el sexo me fascinó el poder que tiene sobre las personas, la forma como la voluntad se doblega ante el deseo. Solamente los espíritus más elevados pueden resistirse al instinto de abandonarse al placer, y por ello, casi cualquier cosa que sucede a nuestro alrededor lleve implícita una connotación sexual que la define y que la condiciona. Me fascina ver a un hombre sucumbir al deseo. Terminan siendo marionetas indefensas; y lo mejor, es que durante el juego, casi todos tienen la falsa ilusión del poder, de tener la situación bajo control; cuando la realidad es que están a merced de nuestro capricho. Por eso sé que el erotismo es una verdadera fuente de poder. Desde chica entendí que podía tener a cualquier hombre a mis pies, literalmente. Mi primera víctima fue mi tío Alejandro. Cuando llegaba del cole solía tumbarme en el sofá a ver la tele, me descalzaba y entonces disfrutaba jugueteando con mis p