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Mi primera culiada

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Muchos de mis lectores me preguntan por qué siempre hago mención al sexo anal en mis relatos. Muchos me han catalogado de fetichista y no es que el término me moleste; sino que pienso que encasilla mi perfil sexual de una manera muy limitada. Yo no soy fetichista del sexo anal, de hecho, emplear el término para ese gusto particular no sería del todo preciso. Pero más allá de la precisión del término está el hecho de que el sexo, en general, es para mí un terreno inmenso, una gran superficie que adoro explorar, sin tener predilección por una ruta en particular. Pero, debo aclarar, que si es cierto que conservo una inclinación más acentuada por el sexo anal ya que este me lleva a los orígenes de mi erotismo y mi sexualidad. Como ya todos saben, mi vida sexual comenzó con la exploraciones de mi tío Alejandro. Poco a poco lo que comenzó por un juego de olerme los pies, terminó por ser una exploración sexual a profundidad y mi tío se dio a la tarea de descubrirme palmo a palmo, como un

El regalo mas guarro

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Desde que publiqué mi primer relato muchas cosas divertidas han sucedido en mi vida. He conocido a muchos hombres y algunas chicas que me envían mails para intercambiar conmigo sus fantasías sexuales o para enviarme sus fotos. Ha sido muy emocionante para mí estar en una reunión de trabajo y al notar en mi móvil una notificación de mensaje, darme cuenta que es algun mail de uno de mis lectores enviandome fotos guarras. El otro día abrí un mail sin percatarme que tenía al lado a un compañero de trabajo. Resultó que era un chico que me estaba enviando una fotografía de su enorme polla chorreada de semen. Por supuesto que mi compañero alcanzó a ver la imagen, pero se hizo el desentendido. Yo me quedé petrificada de la vergüenza y más ahora que cada vez que me lo cruzo me mira con picardía. También me han escrito muchos lectores para pedirme que les venda mis bragas sucias. Supongo que la idea les surgió del relato sobre las bragas de mi amiga Esther. En un principio estaba reac

La iniciación de Ester

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— Le dijo que era una guarra pecadora y que si seguía haciendo esas cosas iba a arder en el infierno—, comentó Ester evidentemente afectada. Yo no me sorprendí. Aun cuando ya estamos en pleno siglo XXI y cada quien es libre de ser y hacer lo que le dé la gana, resulta que aún hay muchos idiotas que se quedaron en la época de la Inquisición. ―    ¿Pero por qué tanto alboroto? ¿Qué fue lo que sucedió? — respondí mientras daba una calada al cigarrillo. ―    Bueno, resulta que, no se sabe cómo, pero se filtraron unas fotos de ella teniendo sexo con su novio y las fotos se hicieron virales entre los chavales de su colegio; tanto así que terminó llegando hasta el director; y este hombre es uno de esos curas retrógrados, casi que del Opus Dei. ―    ¡Madre mía!, ¡nada más y nada menos! —respondí muerta de la risa—; no te preocupes, hoy día, con la sensacionalismo de las redes, todo se olvida en un dos por tres. ¿Y qué tan obscenas eran las fotos? —Pregunté con morbo. ―